Gerald Hernández/Los Dantos
Omar Cisneros entró al beisbol de forma accidental, sin sospechar que daría origen a la mayor pasión de su vida. No jugó pelota ni en su barrio, sino era un aplicado estudiante que aspiraba a ser un doctor, pero la vida es una caja de sorpresas y el deporte que en los primeros 20 años de su existencia le pareció insignificante, es el que le ha dado grandeza y sentido a su vida, reflejado en su exaltación al Salón de la Fama del Deporte Nicaragüense, este sábado 21 de mayo.
Omar es uno de 16 deportistas que este sábado serán oficialmente inmortalizados por sus hazañas y entre los beisbolistas, entrará al Salón junto al ex bigleaguer Devern Hansack y el polifacético Pedro Torres, quien fue jugador, entrenador, mánager y hasta cronista deportivo.
Cisneros entra al templo de los inmortales por su larga y exitosa carrera como mánager y su foto representativa será con el uniforme de los Dantos. “Es una cuestión de lealtad, agradecimiento y sentimiento. Este es el equipo que me dio la oportunidad de convertirme en mánager y que este año me trajo de regreso a la organización. Aquí he pasado los mejores momentos de mi carrera”, dijo el estratega de 60 años de edad que aún se mantiene activo.
Ganador de ocho campeonatos nacionales de beisbol, uno de los mánagers más ganadores de partidos en la historia de nuestro beisbol y hasta subcampeón mundial con la Selección de 1990 en Edmonton, Canadá, Omar reúne todos los méritos para ser parte del Salón de la Fama, gracias a una jugada del destino.
Eso sí, estudió el juego en diferentes cursos en Cuba, así que no todo fue a la brava.
Así comenzó
A los 20 años de edad, Omar era chofer del Padre Mario en el Centro Juvenil Don Bosco, en donde un grupo de niños necesitaba alguien que los dirigiera para jugar beisbol y el Padre Mario le dio la orden a Omar, quien era su chófer.
“Yo nunca le puse mente al beisbol. Lo mío eran los estudios. Yo quería ser doctor, fui un buen alumno y por la guerra no había podido seguir estudiando medicina en León. Entonces el Padre Mario me dice que me haga cargo de los chavalos y yo lo que hacía era la mueca, pero cuando el Padre se acercaba al campo, ahí si me ponía como si tenía interés. Poco a poco me fue gustando esto y además ganábamos cada campeonato que jugábamos y así fue creciendo mi pasión por el beisbol. Ahora no puedo vivir un segundo sin el beisbol. En la televisión o el teléfono paso pegando viendo juegos todo el día. No me gustaba el beisbol, ahora no puedo vivir sin el”, afirma Omar, cuya hija menor, Génesis, cumplió él sueño que él tenía.
“Génesis es una niña súper inteligente, que está a punto de graduarse y luego va a estudiar la especial de ginecología. Ya está haciendo sus prácticas y me siento orgullosa de ellas, así como de todos mis hijos”, comenta.
¿Quién más joven?
Omar es un caso único en nuestro beisbol, porque a los 25 años de edad debutó como mánager de los Dantos y un año después ganó su primera corona, y antes de cumplir los 30, ya tenía en su vitrina un trofeo de subcampeón mundial.
“A los 20 años me obligó el Padre a dirigir un equipo juvenil. Comenzamos a ganar campeonatos y entonces me dieron la dirección de la Selección Nacional para el Mundial Juvenil de 1983 y para 1986, me dieron la responsabilidad de dirigir a los Dantos, un equipo fuerte y ganador, pero los jugadores respaldaron la decisión de los directivos porque ya había estado de coach. En 1987 y 1988 ganó el campeonato y me dan la Selección Nacional en el Mundial de Italia en el 88, pero lo más grandioso pasó en 1990 por la forma que ganamos el subcampeonato en Edmonton. Eso y el primer título que tuvo con los Dantos (1987), ha sido lo que más he disfrutado en su carrera”, apunta Omar.
También fue campeón con la Selección en los Juegos Centroamericanos del 2006 y logró la medalla de bronce en los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro, en 2007. Su historial también incluye finales en la Liga de Beisbol Profesional de Nicaragua, aunque aún no ha podido coronarse ahí.
En los campeonatos nacionales de beisbol, mejor conocidos como Pomares, fue campeón con los Dantos en 1987, 1988 y 1991. Luego guio a la corona al San Fernando en 1994 y 2004, mientras que con Matagalpa llegó a la cúspide en 2006 y 2008. El último título lo consiguió con Estelí en 2011, pero su carrera no ha terminado y en su vitrina tiene espacio para más trofeos.
Nunca jugó beisbol, pero nadie tiene más pasión por el juego que Omar Cisneros.